Agosto 4, el día de la esperanza

Déjennos celebrar, hemos tenido que llorar mucho, en cada masacre, en cada desplazamiento, en cada reforma laboral, en cada líder social asesinado, cuando perdimos el plebiscito, cuando ustedes ganaron la presidencia.

Agosto 4, el día de la esperanza

Columnista:

Germán Arciniegas-Sánchez

 

04 de agosto de 2020, día para la historia de Colombia, por primera vez en la historia del país es detenido un expresidente. Dadas las condiciones del expresidente, no es mucho, pero dadas las condiciones del país, sí que lo es.

Ante un personaje con tan exagerado prontuario representado en el número de procesos judiciales abiertos; ante el promotor del episodio más negro de violación de derechos humanos, masacres, crímenes, desplazamientos, denominado “seguridad democrática”, ante los evidentes nexos con el narcotráfico de él y su grupo político. Que sea judicializado por un fraude procesal, no es gran cosa. De lo cual seguramente buscará salir martirizado y fortalecido, como su copia mal hecha, el exministro Arias.

Pero, para un país que ha tenido que verse humillado y sometido ante los abusos y desmanes de instituciones públicas como la policía, el ejército, que han servido de rodillas ante los intereses del enjuiciado. Ante unas políticas que han ido de manera sostenida y descarada en detrimento de la sociedad, abriendo mucho más la brecha entre ricos y pobres. Ante un gobierno que descaradamente favorece a los empresarios financiadores de sus campañas por encima incluso de la vida. Ante la moral podrida y putrefacta de narcos y terratenientes que buscaron refugio  bajo sus toldas, es un hecho histórico  esperanzador.

A partir de hoy la esperanza de un país para todos es posible, a partir de hoy, los que nos sentíamos sin representación alguna del Estado que debía protegernos, encontramos una luz. Los millones que aun creemos en la democracia, un país más justo, hoy celebramos.

Y celebramos sin rabia, ni odio, pero sí con emoción, nos han de disculpar los uribistas, pero no podemos menos que eso. La gran diferencia entre ustedes y nosotros es que nosotros nos hemos puesto del lado de las madres de Soacha, de los que han perdido el empleo por las reformas neoliberales, de los familiares de los masacrados, de los desplazados por los grupos financiados por Fedegan, entre tantas víctimas. Ustedes al contrario hoy sufren y lo hacen por estar del lado del victimario. Cuando su suerte no es muy distinta de las víctimas, cuando usted tiene que trabajar cada día porque sino no come, cuando vive de un empleo o de un negocio que en época de pandemia o produce muy poco o no produce. Como un alienado, seguramente un fanático religioso. Esa es la gran diferencia, no consiste en derechas o izquierdas,  ni buenos o malos, pecadores o santos.

Así que déjennos celebrar, hemos tenido que llorar mucho, en cada masacre, en cada desplazamiento, en cada reforma laboral, en cada líder social asesinado, cuando perdimos el plebiscito, cuando ustedes ganaron la presidencia.

No sabemos qué vaya a pasar, pero a partir de hoy, un mejor país es posible, gracias a Iván Cépeda por no rendirse y a la Corte Suprema de Justicia por este triunfo de la democracia.

 

PD: Es importante no caer en las provocaciones de los que quieren guerra, el tiempo de matarnos por política ya quedó atrás.

 

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