Colombia despertó y el uribismo no se dio cuenta

El país cambió y los militantes de eso que se llama el uribismo, no se percataron. El cansancio es evidente.

Colombia despertó y el uribismo no se dio cuenta

Columnista:

Germán Ayala Osorio

 

Detrás de las masivas movilizaciones registradas en casi toda Colombia, en el marco del Paro Nacional, hay un profundo descontento social y político no solo por el lesivo proyecto de reforma tributaria, sino por el cansancio que se advierte en una gran parte de la sociedad de eso que se conoce como el “uribismo”.

A lo que se suma, por supuesto, el desastroso manejo económico y social que Iván Duque, siguiendo instrucciones del gran banquero, Sarmiento Angulo, y del propio Álvaro Uribe, le viene dando a las dificultades generadas por la pandemia.

Así entonces, en el Paro Nacional confluyen factores y realidades que el uribismo por más de 20 años creó, generó y dejó de atender, en virtud a que sus principales voceros y fichas, montadas en cargos de elección popular y en otras estratégicas instituciones del Estado, creyeron que era suficiente con el trabajo  de ocultamiento de esas realidades, adelantado por  RCN, Caracol, La FM, La W y El Tiempo.

Los uribistas y aquellos empresarios y políticos que por largo tiempo han cohonestado con la doctrina económica, social, política y de seguridad que aplicó Uribe entre 2002 y 2010, se olvidaron de las redes sociales y de la crítica y de los análisis que en colegios y universidades se vienen haciendo no solo de la vida pública de Uribe Vélez, sino de todo lo que él representa para los sectores legales e ilegales que lo respaldan de tiempo atrás.

Dejaron de lado, también, el trabajo comunitario de líderes y lideresas que poco a poco fueron erosionando la legitimidad del proyecto político que encarna el expresidente antioqueño. Más claro: las grandes mayorías abrieron los ojos y entendieron que en la triada Uribe-Duque-Sarmiento, en nombre de la tradicional oligarquía colombiana, confluyen los verdugos de millones de colombianos que se hartaron de la concentración de la riqueza en pocas manos, de la precarización del empleo, de la pobreza y de esas otras circunstancias que solo puede producir y reproducir quienes jamás mostraron empatía por los más necesitados.  

El país cambió y los militantes de eso que se llama el uribismo, no se percataron. El cansancio es evidente. Y a propósito de medios uribistas, en la La W propusieron  a sus audiencias el #ParaSalirDeLaOlla con el objetivo de medir de algún modo el descontento social y político frente a la reforma tributaria. Quizás la respuesta más contundente que se pueda dar a esa invitación a trinar sea esta: que se vayan del Estado todos aquellos funcionarios afectos a esa secta y a su líder, que tanto daño le han hecho a Colombia.

Deben también saber los periodistas, uribizados o no, pero que trabajan para medios y empresas mediáticas que continúan afectas a las ideas del “Gran Colombiano”,  que también se advierte en las calles rabia y cansancio por el largo proceso de adoctrinamiento y desinformación en el que decidieron montarse desde 2002.

Los ataques repetidos a la sede de RCN en Bogotá son la expresión de esa toma de conciencia de las audiencias. La crisis económica del canal de RCN se explica de alguna manera por el bajo consumo del Noticiero de televisión, por haberse convertido en un órgano de difusión de las ideas del sub judice excongresista. Ese no es un asunto menor. No es recomendable que se queden leyendo el ataque a las instalaciones como un acto vandálico. Es un hecho prepolítico, sin duda alguna, pero detrás hay un mensaje claro: las audiencias ya no les creen.

Y por más que insistan esos mismos medios en presentar a Uribe como el salvador de su propio desastre, la gente, las mayorías, ya entendieron que la “toma de distancia” de Uribe Vélez del gobierno de Duque es una mentira. A la que se agrega aquella de que el expresidente y latifundista “no conocía el texto de la reforma tributaria”. El propio viceministro de Hacienda, Juan Alberto Londoño, dijo a Caracol radio que “yo mismo me senté con el presidente Uribe y le mostré la reforma”.

Londoño da pie para terminar con esta pregunta: ¿Quién gobierna en Colombia, Duque o Uribe? Todos sabemos la respuesta: pues nunca, como en estos momentos de crisis, se sintió que quien realmente gobierna es Uribe. Da instrucciones a los militares, órdenes en el Congreso. Y todo, para que los medios lo presenten como el salvador, como el policía bueno, cuando es claro que la reforma tributaria es de él y de su partido, el Centro Democrático.

Fotografía cortesía de Mauricio Alvarado para El Espectador.

 

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  • todos sabemos que uribe es el presidente Duque es un mamerto que no sabe en lo que se metio, ya el pueblo desperto y no come mas cuento, uribe solo piensa en el y su familia y sus amigos ricos,Uribe siempre ataco a la clase trabajadora entregandole a los ricos los beneficiios que habia ganado la clase trabajadora, - cesar