Colombia, entre huracanes y demonios

Si los precandidatos de izquierda y «centro» siguen por su lado, no moderan sus egos ni se someten a una consulta u otro mecanismo democrático para escoger candidato único, que enfrente al de la extrema derecha, contribuirán al propósito demoniaco.

Colombia, entre huracanes y demonios

Columnista: 

Hernando Bonilla Gómez 

 

El fin de semana anterior nos trajo gran conmoción por la tragedia que dejó el huracán Iota en las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, cuya fuerza extraordinaria no amainó en su paso por ese bello departamento colombiano en el mar Caribe. El presidente de la República anunció, inicialmente, un plan de reconstrucción de 100 días, especialmente para Providencia, al advertir que allí la infraestructura quedó destruida en casi un 98 %. Como era de esperarse, pocas horas después señaló que la recuperación de la isla tomaría un poco más de tiempo.

Esperamos que se cumpla el plan de los 100 días y un poco más, aunque no sepamos cuánto durará ese poco más. Sin embargo, es previsible que cuando termine este Gobierno, el mencionado plazo se haya prorrogado y prorrogado y la reconstrucción de Providencia se encuentre en ciernes. Esa es la costumbre en nuestro país.

Para la muestra un botón. Según publicación de Miguel Ángel Espinosa en El Tiempo[1], cumplidos en mayo de este año tres años de la destrucción del 40 % de la capital del Putumayo, el alcalde de Mocoa informó sobre la demora en las obras prometidas, luego de que el Gobierno anunciara, en aquel entonces, la construcción de un hospital, 1300 casas, un megacolegio, una plaza de mercado, una terminal de transporte, un acueducto municipal, un puente vehicular y obras de mitigación. Estas últimas a fin de evitar que los ríos Mulato, Taruca y Sangoyaco vuelvan a desbordarse produciendo otra catástrofe. 

La constante son las promesas incumplidas, cada vez que ocurre un desastre en las regiones olvidadas por el Gobierno central. Lo importante es aprovechar la desgracia ajena para el show mediático y ganar popularidad. En el caso de Providencia, pudimos ver al presentador del programa de televisión Prevención y Acción posar para la foto, supuestamente, boleando fardo, para hacer creer a la población ingenua su decidido compromiso con los damnificados de la isla, empeño que lo llevó a la demostración histriónica de su habilidad como cargador. No obstante, la burda manipulación quedó al descubierto con el video que circula en las redes.

Ni qué decir de la exaltación, por parte del primer mandatario, de una imagen de la Virgen María que quedó en pie, luego del tránsito del huracán por la isla; o del llamado de atención o regaño que registraron los medios al director de la Unidad para la Gestión del Riesgo, con la finalidad de que cumpliera con la instalación de la totalidad de las carpas que habían llegado a Providencia, y con imposición, además, del deber de informar el resultado de esa gestión a los colombianos, en el programa televisivo estrella de la Presidencia.

No queda duda de que más que un presidente lo que tenemos es un showman y que el espectáculo continuará, por lo menos, hasta el 7 de agosto de 2022.

Y es que con catástrofe o sin ella, el Gobierno parece no entender, esa no es su preocupación, que según datos revelados por el censo realizado por el DANE en 2018, el 13,6 % de la población colombiana no tiene acceso al servicio de acueducto: ocho de cada cien habitantes no tienen agua potable y los departamentos con menor acceso a esta son La Guajira, Guainía, Cauca, Amazonas, Magdalena y Chocó[2]. Definitivamente lo trascendental es el espectáculo.  

Pero lo más grave es que mientras la naturaleza nos castiga y la función vespertina del jefe de Estado continúa, el demonio nos acecha desde hace días. En efecto, el pasado 10 de noviembre comenzó la estrategia del 'Innombrable' y su partido, posicionando «ministra» de propaganda en la «nueva era» de una revista, para manipular de manera atroz y descarada la opinión pública, con el propósito de conservar el poder, muy seguramente con otro títere, a partir del 7 de agosto de 2022.

Para lograr esa finalidad, el diablo encarnado en presidente eterno, también propone un referendo para derogar la JEP, su obsesión, para que no se sepa la verdad que tanto lo perjudica; la creación de una sala especial para el juzgamiento de los miembros de la Fuerza Pública (no deben contar la verdad); la reducción del Congreso y la creación de una corte única. Todo lo anterior, con el fin de manejar y debilitar la institucionalidad y los controles propios del Estado Constitucional y, seguidamente, garantizar impunidad.

No se puede subestimar al demonio: conoce y aplica métodos y estrategias universales, como los usados por el presidente de los Estados Unidos; y ya vimos la nada despreciable votación que Trump obtuvo en las últimas elecciones en ese país, circunstancia que le ha permitido alegar fraude y negar el triunfo de su contendiente. Ni para qué recordar el plebiscito por la paz. 

Si los precandidatos de izquierda y «centro» siguen por su lado, no moderan sus egos ni se someten a una consulta u otro mecanismo democrático para escoger candidato único, que enfrente al de la extrema derecha, contribuirán al propósito demoniaco y es predecible que se repita la historia de 2018 y el personaje innombrable nos imponga nuevamente subpresidente.

 

[1]El Tiempo, 17 de mayo de 2020.

[2] Publicación de Noticias, Canal RCN, de 13 de julio de 2019.

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