La violencia estructural y los presos como sus objetivos

En los centros carcelarios las políticas de Estado criminalizan la pobreza de la población y, sobre todo, las expresiones de inconformidad, lo cual hace que la privación de la libertad sea una estrategia de represión social y la violación de los derechos humanos en las cárceles sea un hecho cotidiano.

La violencia estructural y los presos como sus objetivos

Autores:

Christian Guzmán-Rojas

Laura Lozano-Devia

 

La violencia estructural hace referencia a los tipos de violencia que pasan por debajo del ojo público produciendo daño a los derechos y a la satisfacción de las necesidades básicas humanas, tales como, la libertad, la identidad y la comodidad de cada uno donde las consecuencias son claramente visibles pero su victimario es complejo de identificar (Galtung, 1985). En Colombia, este tipo de violencia es el pan de cada día y se puede encontrar en todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos, desde el interior de sus hogares hasta en el transporte público.

Ahora bien, la violencia estructural, según Galtung (1985) se relaciona a las estructuras sociales, como la familia, la religión, ley, economía, gobierno, y cultura, usualmente se caracteriza en términos de clase, raza y género, donde se genera o provoca ofensas o insultos que atentan contra el desarrollo completo del individuo o la sociedad; esto induce lesiones no solo físicas sino también mentales y sociales. Este tipo de violencia trata de mostrar cómo las normas sociales benefician a ciertos grupos de personas en la sociedad, normalmente a las personas con ventajas económicas, dejando en desventaja a las personas de bajos recursos económico, por ejemplo, las personas privadas de la libertad quienes se convierten en víctimas de la violencia estructural.

Quienes tienen medida de aseguramiento se ven privadas de diversos derechos como lo son la libre circulación, la libertad física y otros tantos limitados por la Sentencia T-049 de 2016. Sin embargo, por el hecho de ser personas, muchos derechos quedan intactos como lo son la dignidad, vida, salud y mínimos vitales, y acá es donde la violencia estructural hace su intervención.

Estos tres últimos derechos se ven violados en los centros de reclusión. Por ejemplo, la dignidad es vulnerada cuando los presos son tratados con acciones inhumanas y a las presas que por ser mujeres, mucho más, pues se ven sometidas a tratos denigrantes y peor si son personas trans. El enfoque diferencial en las cárceles es mínimo, lo cual permite que estas prácticas se sigan esparciendo y legitimando a lo largo del país. De este mismo modo, el derecho a vivir se ve atacado cuando los presos, ya sea por su orientación sexual o preferencia política, son asesinados por otros presos. Lo anterior sucedió en el 2020, a inicios de pandemia, cuando los prisioneros de la Cárcel Modelo realizaron una protesta para exigir mejores condiciones a fin de evitar la propagación del coronavirus, teniendo en cuenta que esta cárcel tiene problemas de hacinamiento (BBC News Mundo, 2020).

A lo anteriormente mencionado, se suman un sinfín de problemas y malos tratos, por ejemplo, el aislamiento. Como mecanismo de castigo, los presos políticos están siendo trasladados a sitios de reclusión alejados por completo de sus lugares de origen. Regiones de control paramilitar, donde la visita familiar pone en riesgo la vida de quienes acuden a ella.

La inadecuada organización de los presos pone en riesgo la vida e integridad física de las personas privadas de libertad, quienes son ubicados en pabellones a pesar de manifestar problemas serios de seguridad, donde son víctimas de hurtos, violaciones y lesiones personales.  

Colombia ha sido testigo de todo tipo de violencia. Sus causas nacen en la inclusión política de sectores de la sociedad y de un modelo económico que beneficia a unos pocos. Por esto se habla no solo de un conflicto político o social, sino también del conflicto armado, que va más allá de plantear una solución de la violencia física y se establece especialmente en la superación de la violencia estructural.

Finalmente, las cárceles en Colombia son un instrumento de violencia física y estructural (violencia política). En los centros carcelarios las políticas de Estado criminalizan la pobreza de la población y, sobre todo, las expresiones de inconformidad, lo cual hace que la privación de la libertad sea una estrategia de represión social y la violación de los derechos humanos en las cárceles sea un hecho cotidiano. Son innumerables las quejas sobre la deficiente atención médica a los presos, los medicamentos y los espacios necesarios para su atención. En todos los centros penitenciarios hay personas esperando atención médica especializada por más de seis meses.

 

 

Fuentes:

 

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