No más lástima
Desde mucho tiempo atrás, nuestra sociedad occidental aprendió a ver a las personas con discapacidad como un lastre, una desgracia o en el más civilizado de los casos, como un grupo de pacientes crónicos a los cuales había que tenerles toda la consideración posible, ya que estaban enfermos para toda la vida. Y por ello, ni el lenguaje se compadecía de dicha población y eran corrientes aquellas expresiones donde se hablaba de lisiado, limitado, inválido, tullido, enfermito etc. Por fortuna y gracias a las mismas personas con discapacidad que lentamente fueron horadando el terreno de los estereotipos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), promulgó en 2006 la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, tratado ratificado por Colombia mediante la Ley 1346 de 2009. Dicha convención hace una apuesta directa a la eliminación de toda forma de discriminación contra este grupo poblacional y llama directamente la atención sobre la eliminación de todas las barreras e incluso las actitudinales, para que toda persona con discapacidad, tenga sin restricciones una vida digna en todos los aspectos. Diez años después de su promulgación y siete años de la ratificación por parte del Estado Colombiano, el comité de evaluación de la convención se reunió en agosto del año pasado, haciéndole 68 recomendaciones al país, en aspectos en los que aún al Estado le hace falta cumplir, o lo ha hecho a medias. Entre esas recomendaciones, el comité ve con preocupación el tema Teletón, ya que este refuerza los estereotipos de pobreza, miseria y lástima, con los que por costumbre se ha visto a quienes tienen una condición de discapacidad, acudiendo al “buen corazón” de los colombianos, para ayudar a esas personas que tanto lo necesitan.
Y es que desde hace ya más de 30 años, la Teletón utiliza los medios masivos de comunicación para pedir limosna a lo grande. Hablan supuestamente, en nombre de aquellos a los que “la vida no les ha sonreído”. Recaudan miles de millones de pesos a costa de un “pobrecitos, ayúdalos”Y los medios arman todo un circo, un show mediático que no va más allá de una falsa solidaridad. Año tras año, vemos a los presentadores de los telenoticieros prestándose como títeres faranduleros al “donen, donen”; recaudando dinero que quién sabe a qué paraíso fiscal se irá, porque la situación de las personas con discapacidad sigue igual: sin oportunidades de empleo o educación, considerándonos como ciudadanos de segunda clase, a los que solo les queda resignarse porque algún dios macabro lo quiso así. Por fortuna, andamos en la era de la información y las redes sociales. Es el tiempo donde no solo se escucha la voz del establecimiento, sino que otras voces se elevan para decir: no más Teletón. No más colombianos engañados que de buena fe, “donan y donan”. No más el aprovecharse de una condición para lucrarse y poner la discapacidad de moda. No más el considerar a las personas con discapacidad como enfermos o lisiados sin futuro ni presente. No más reclamar la inclusión como una obligación de los Estados sabiendo que es un derecho. No más lástima ni caridad. Las personas con discapacidad lo que necesitan es precisamente inclusión laboral, oportunidades educativas y una dignificación total de sus personas para competir en igualdad de condiciones con los demás ciudadanos. No es limosna lo que necesitamos. No se quiere que se nos regale nada. Lo que más se necesita, es una apertura mental en la sociedad. Que se entienda que somos personas iguales ni más ni menos que los demás; y hablo en la primera persona del plural, porque soy persona con discapacidad y pertenezco a esa inmensa minoría que nos sentimos ofendidos con lo que hace la Organización Internacional de Teletones. Porque no nos representa ni nos dignifica el que se pida limosna en nuestro nombre. Así no es, señores de Teletón. Si en verdad quieren trabajar por las personas con discapacidad, brinden oportunidades para un buen desarrollo de sus vidas. No es enriqueciéndose a punta de dádivas. Es tan reprochable lo que hace la Teletón, como lo que hace cualquier mendigo en nuestras ciudades colombianas. Así no es, señores de Teletón. No es reforzando estereotipos. Es capacitando la población para que ellos mismos consigan su sustento. No es provocando lástima. Es trabajando por un mejor futuro para todos. Es que como sociedad, seamos conscientes de nuestros derechos y luchemos para que el Estado y demás colectivos sociales no nos vean como esos ciudadanos de segunda, a los que hay que darles todo, porque son unos pobrecitos que ni pueden pensar. No más lástima, porque ya nos cansamos de que se luche por nosotros sin nosotros.