¡No más violencia, paisano!

Una vez más, la crisis revela la esencia de una sociedad enferma por su propia toxicidad. Escrito desde Cali, Colombia.

¡No más violencia, paisano!

Columnista:

Lorena Arana

 

Una vez más, la crisis revela la esencia de una sociedad enferma por su propia toxicidad. Escrito desde Cali, Colombia.

Anoche veía un video, que en un principio creí sarcástico, de alguien que presumía de su camioneta y escoltas, en medio de la barricada de vehículos que instalaron habitantes de la Comuna 22, en la entrada a Ciudad Jardín. También el de un hombre que aseguraba que en el lugar había más de veinte mil armas legales registradas (fue lo que entendí) y otros alegándoles y hablándoles en tono subido a los manifestantes, por el bloqueo constante de la carrera 100 con calle 13, que queda diagonal a Univalle. ¡Y no! ¡Claro que no estoy de acuerdo! Son provocaciones que solo generan más resentimiento entre la población, que es lo que menos necesitamos ahora en un país que ha estado siempre en conflicto. Esta vez con un gobierno que es amañado, corrupto y violento.

Porque, como tanto se ha dicho en estos días, la lucha es contra esa administración, ya que todos somos colombianos y a todos nos duele. Y ni siquiera hablo de los famosos cincuenta billones anuales que nos roba la corrupción, sino de la tranquilidad de vivir en un país digno, donde se pueda caminar con calma en la calle, denunciar sin arriesgar la vida, defender lo que nazca defender, salir de una discoteca y llegar a la casa, ¿por qué no? Donde el Estado respalde a la gente. Habitar una ciudad que no se caiga y se hunda en sus propios huecos, una nación donde a cada quien se le respeten los derechos. La vida de tantos. Todo eso nos deben.

Tampoco concibo siquiera a la infinita y violenta desgracia que tenemos por Policía, que se decía de lo bueno y de lo íntegro hace muchos años; quizá antes de que en mi inocente infancia lo considerara así. O bueno. Seguro queda, por ahí, uno que otro con principios, capaz de marcar la diferencia. Ojalá

Ni me gusta el vandalismo, por más que «no haya de otra para hacerse sentir». Saquear, dañar e incendiar el negocio de un paisano, para mí, es pura violencia. Y con eso no puedo, así de simple; como decía al inicio de este artículo, respecto a la actitud hostil en la Comuna 22. Sí... Todos queremos defender lo nuestro. Y quién sabe uno cómo reaccione al sentirse atacado o a los suyos por la supuesta ley o hasta por el mismo pueblo, pero hay algo que dicen las mamás y que sigue siendo cierto: la violencia solo trae más violencia. Es casi la base del conflicto.

¡Ah!, por cierto: bloquear el ingreso de oxígeno, insumos hospitalarios y alimentos también es violencia, ¡digan lo que digan!

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