¿Racismo estructural o medios incendiarios en Estados Unidos?

Es curioso cómo estos medios: el Partido Demócrata o el Movimiento BLM retomaron la causa en el momento de las elecciones presidenciales, y ahora, luego de triunfar en ellas, la causa de nuevo muere en el olvido

¿Racismo estructural o medios incendiarios en Estados Unidos?

Columnista: 

Francisco Cavanzo García 

 

“No puedo respirar”, “manos arriba, no me dispare” (i can't breathe, hands up don't shoot). Pocas causas despiertan tanta empatía como la de los movimientos antirracistas y por los derechos civiles en los Estados Unidos; sin duda alguna, episodios como el mercado esclavista, las leyes de Jim Crow o la emergencia del Klan han llenado de vergüenza la historia americana; sin embargo, el progreso en este ámbito desde la aparición de Abraham Lincoln, las enmiendas trece y catorce o con líderes como el Dr. Martin Luther King Junior ha sido increíble, la segregación racial ha desaparecido virtualmente de Norteamérica, o al menos eso pareciera. En los últimos años, un movimiento denominado Black Lives Matter (las vidas negras importan) ha tomado las banderas de una causa aparentemente superada, la violencia y brutalidad policial enfocada en atacar jóvenes varones afroamericanos.

Según el movimiento BLM, la Policía de los Estados Unidos ataca deliberadamente, o está más dispuesta al uso de fuerza letal contra jóvenes afroamericanos. Todo esto, porque aparentemente, el racismo en EE. UU. no solo sigue vigente, sino que se encuentra encarnado en las estructuras e instituciones de ese país. Este movimiento, surge principalmente para combatir ese supuesto racismo estructural, evidenciable por asesinatos de algunos jóvenes afro desarmados por parte de la Policía, una causa, que ha transformado a algunos medios masivos bastiones del Partido Demócrata como CNN o el New York Times en abanderados, haciendo una cobertura masiva de las protestas y los saqueos posteriores a los hechos e incluso, justificando actos de violencia. Las preguntas son, si esto es cierto, y la Policía gringa se enfoca en atacar a este sector poblacional, ¿por qué no se hace nada al respecto?, ¿por qué los medios masivos se han apresurado a replicar un discurso que claramente ha dividido a toda la nación?

En la retórica de estos medios que premeditadamente, han usado este movimiento, el panorama es muy desalentador, es como si miles de personas afroamericanas desarmadas fuesen asesinadas anualmente por la Policía en comparación con la población caucásica; no obstante, luego de un estudio del Washington Post, se reveló que desde el 2015 solo ocurrieron 330 casos en donde oficiales dispararon o asesinaron a hombres desarmados de cualquier etnia, algo que solo representa el 6 % total de las interacciones con fuerzas de la ley en ese país. Además, de esos casos fatales el número de hombres caucásicos fue el grupo más afectado con 132 casos, los hombres afro solo representan el 36 % entre esos 330.

Lo anterior, no solo demuestra que estos lastimosos casos no ocurren de una manera desproporcionada ni en cantidad ni mucho menos con una acción deliberada y enfocada a una etnia en particular. No obstante, algunos dirán, pero qué hay de George Floyd, el tan sonado caso del 2020, en donde un hombre afroamericano murió en medio de un procedimiento oficial llevado a cabo por la Policía, y digo murió y no asesinado, porque a pesar de la intransigencia y estupidez con la que el oficial Chauvin llevó a cabo el arresto, el señor Floyd falleció, según el Dr. Andrew Baker, forense del condado de Hennepin, por niveles fatales de fentanyl en su sangre. Sin embargo, y a pesar de todas las condiciones alrededor del caso, ya sea el pasado criminal de Floyd, la barbaridad del comportamiento de Chauvin o la autopsia, ninguna de estas cosas, prueba que el comportamiento en la escena haya sido o no fruto o el móvil de prejuicios raciales y mucho menos, el resultado de políticas institucionales o estatales, que justamente reprenden e investigan estas conductas.

Más allá de los casos particulares y de las protestas que se vivieron en el 2020, el racismo es un problema aún, en gran parte del mundo incluyendo, por supuesto, los Estados Unidos. Los fatídicos eventos en Charlottesville hace unos años en donde un miembro de un grupo neonazi llevó a cabo un atentado terrorista contra la población civil, o el infame desfile de antorchas tiki en donde decenas de estos calvos desquiciados declamaban el poder y la supremacía blanca, son muestra de un problema que pervive en el inconsciente colectivo norteamericano. No obstante, es un problema el cual se ha reducido notablemente, la cultura americana es diversa, ya sea en el cine, en la música o incluso en la política en donde personas negras ocupan importantes puestos en ambos espectros políticos como Kamala Harris en el partido Demócrata o Candace Owens en el Republicano.

Racismo estructural o sistémico, esa es la continua acusación. Sin embargo, al ver de cerca el sistema institucional norteamericano se puede ver que cuenta con dos políticas públicas de fundamental importancia para ayudar a reducir o eliminar dicho suceso. La primera, son las leyes de affirmative action emitidas desde los sesenta en donde una persona negra tiene garantías de no ser discriminada y ciertas ventajas con respecto a otros grupos para el ingreso a la universidad. El otro punto clave de esto, es la ampliación del Estado de bienestar que garantiza diferentes ayudas gubernamentales a toda clase de grupos minoritarios. Esto, ciertamente, no es lo que un país estructuralmente e institucionalmente racista haría; sin embargo, la apresurada maniobra de medios dice algo acerca de los EE.UU., especialmente si se pone en perspectiva la relación con la campaña electoral de este año. Es claro que medios como CNN o el Times tienen un interés en la carrera por la presidencia.

Es curioso cómo estos medios: el Partido Demócrata o el Movimiento BLM retomaron la causa en el momento de las elecciones presidenciales, y ahora, luego de triunfar en ellas, la causa de nuevo muere en el olvido. Y a su vez, también es algo indiscreto para ellos como las vidas de los jóvenes afroamericanos solo importan en estos incidentes aislados y no cuando la violencia entre la propia comunidad deja miles y miles de víctimas cada año en ciudades controladas por demócratas como Chicago o Baltimore. La verdad es que las vidas negras sí importan, y no son ni deberían ser un instrumento político para cierto sector, aprovechándose del dolor y el rencor que entendiblemente aún existe.

 

Fuentes:

 

Comparte:

Artículos relacionados