Salud Hernández y el periodismo irresponsable

El método de Salud ha funcionado, el problema es cuando caemos en su trampa como unos borregos.

Salud Hernández y el periodismo irresponsable

Columnista: 

Edisson David Hernández

 

Cuando voy a escribir una columna sobre un tema que ya había pensado el fin de semana se atraviesa un ventarrón que me hace cambiar de dirección inmediatamente. Y, como en muchos otros casos, una noticia es opacada por otra hasta que llega una que hace más ruido. Nosotros —los periodistas— somos culpables de no prestar la debida atención a los temas, estamos enfocados en el instante, lo superfluo, el momento y ya. El único criterio para escoger una noticia es poder generar el mayor engagement posible y muchas veces, se publica información sin contrastar a las fuentes, todo con el afán de generar clics, clics y clics.

El periodismo es un bien público. Se supone, que somos los encargados de mostrar de manera transparente cualquier información que sea de interés general. Sin embargo, esta semana recordaba mis días en la universidad cuando en la clase de “Ética periodística” nos inducían al vínculo que comparte el periodismo con la transparencia. Pero, parece que muchos profesionales que ejercen este bello oficio se saltaron la clase, porque desconocen muy poco lo que significa la ética. Según la RAE, la ética es un “conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida”. Sin embargo, muchos periodistas, parecen haber olvidado el significado y se han entregado a los intereses de un grupo económico o político. De hecho, para nadie es un secreto, que la mayoría de periodistas de nuestro país se encuentran al servicio del poder. Sería más fácil enumerar cuáles periodistas están trabajando de manera independiente y no responden a los intereses de algún particular, su único deber es con la verdad.

La semana pasada fuimos testigos de las atrocidades que cometieron siete militares contra una menor de edad de la comunidad Embera Chamí. A raíz de este suceso, la periodista Salud Hernández-Mora publicó una columna en donde reprochaba el hecho, aunque muchos internautas la crucificaron en redes por decir que “la niña acompañó a otras dos emberas de su resguardo a visitar a dos soldados de los que se habían hecho amigas. Ellas eran mayores de edad y la niña las dejó y se devolvió. Pero le había caído bien un uniformado y regresó a visitarlo, sin avisar a su familia. En esa segunda ocasión sufrió el horror en uno de los cambuches que habían instalado los militares frente a una escuela, cerca del casco urbano de Santa Cecilia”. Muchos tomaron esta posición como la justificación que daba Salud ante la crueldad con que actuaron estos militares. Y, por supuesto, la mala imagen de la periodista atizó la versión que muchos daban de su columna para atacarla.

La  fama que Salud Hernández se ha ganado no es gratis. Ella sabe que los alaridos, gritos e insultos generan rating; es rentable y por eso los utiliza como escudo para atacar a cualquier persona que no comulgue con sus ideas. No obstante, hemos caído muy bajo cuando recurrimos al ataque incesante al otro para generar audiencia y poder ser tendencia. A pesar de ello, Salud sigue incendiando las redes con comentarios que, en muchas ocasiones, parecen traídos de los cabellos.

Salud se ha creado una imagen que muchos desprecian por considerar que su palabra es la única que vale. En comunicación, es más fácil recordar las cosas negativas que positivas. Y, sobre todo, las acciones que generan desprecio son más difíciles de olvidar. Por eso, su fama de gritona y prepotente ha calado más fuerte.

Valoro muchas denuncias importantes que ha hecho Hernández-Mora, sin embargo, reprocho cuando se encarna de una manera tan baja para desacreditar al otro. Su táctica se traduce en ser la que más fuerte grita para ser escuchada.

El método de Salud ha funcionado, el problema es cuando caemos en su trampa como unos borregos. Ella sabe que “la masa no tiende al conocimiento sino a la idolatría”. Los argumentos de la periodista muchas veces carecen de rigor, ella sabe mover pasiones a favor y en contra, aunque es mayor el odio que despierta. No debemos caer en el juego de periodistas que representan un sector político encargado de dividir aún más el país.

Salud ha olvidado lo que es la ética periodística o pareciera, que nunca la ha tenido. De lo contrario, haría uso del periodismo de forma responsable y transparente, donde primen los argumentos sustentados y no el insulto.

Debemos pensar en los futuros periodistas: ¿son estos, los ejemplos de periodismo que deben seguir? ¿En dónde queda la lucha por la verdad? ¿Desde cuándo, ser periodista es una de las profesiones más desacreditadas?

 

Adenda: El uribismo ha utilizado el terror como arma política, ¿será esta su herramienta para la campaña presidencial que se avecina?

 

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