Los actos de habla que desnudan al verdadero Álvaro Uribe

Las mismas expresiones que ha usado Álvaro Uribe dejan muchas dudas sobre su probidad y decencia.

Los actos de habla que desnudan al verdadero Álvaro Uribe

Columnista:

Germán Ayala Osorio

 

En la reciente audiencia del caso Uribe, el exfiscal Eduardo Montealegre apeló a la filosofía del lenguaje para consolidar la fortaleza argumental de sus cuestionamientos de las conductas punibles por las que está procesado el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. En su intervención, el penalista se aventuró a hacer un análisis de varias expresiones del latifundista, con el objetivo de consolidar una hipótesis explicativa de lo ocurrido con la manipulación de testigos, uno de los cargos por los que permanece imputado —y emputado— el temido político antioqueño.

Lo que intentó hacer Montealegre fue un análisis semántico (discursivo) de lo dicho por Uribe. No se trata de simples actos de habla. Por el contrario, esas expresiones están ancladas a formas representacionales y al lugar de enunciación en el que se ubica quien las emite. De esas representaciones sociales se puede colegir, por ejemplo, qué piensa Uribe de la justicia y de sus enemigos. Uribe no reconoce detractores, sino enemigos. Recuérdese cuando le gritaba al entonces congresista, Gustavo Petro, «sicario moral» y que lo prefería en armas y en el monte y no en el Congreso: «Prefiero 80 veces al guerrillero en armas que al sicariato moral difamando».

Otras expresiones de Uribe Vélez en momentos distintos, «donde lo vea le voy a dar en la cara, marica» y «esta llamada la están escuchando esos hijueputas», dan cuenta de su perfil violento, homofóbico y de su renuncia o nula valoración a la dignidad presidencial que lo acompañó durante 8 años y que lo sigue abrigando en su calidad de expresidente.

De la segunda frase se colige que aquello de la escucha de las comunicaciones de los demás y de las propias es una conducta normalizada en Colombia, en particular durante el periodo comprendido entre el 2002 y el 2010.

Recuérdese las chuzadas que desde el DAS se ordenaron contra los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que estaban procesando por paramilitarismo a congresistas cercanos a Uribe. El DAS fue la policía política de Uribe.

Montealegre dijo en su intervención ante la jueza 41, Laura Barrera, que Álvaro Uribe creó una «máquina criminal» de la que hicieron parte convictos y abogados que le sirvieron de «mandaderos»,  con los que intentó «persuadir» a testigos en su contra, para que se retractaran de sus versiones que indican que en el pasado, en la hacienda Las Guacharacas se planearon actividades paramilitares.

Hay que recordar el sentido dado por el propio Uribe al vocablo «persuadir». El contexto de dicho término nos lleva a la respuesta dada por el entonces presidente ante la posible compra de las conciencias de los congresistas, en el marco de la reelección presidencial inmediata. Las críticas recibidas y las denuncias confirmaron una serie de irregularidades en el trámite reeleccionista. Al final, triunfó la narrativa que la reelección fue comprada.

En su momento, «el expresidente de Colombia, Andrés Pastrana, acusó al  mandatario Álvaro Uribe de convivir con la politiquería y “comprar conciencias” para lograr la aprobación de un proyecto que busca implantar la reelección y que le permitiría aspirar a un segundo periodo».

Otras expresiones famosas de Uribe Vélez son: «Es necesario atrofiar los malos retoños» y «proceda, doctor Cadena». De la primera se puede inferir que hay una tendencia del procesado a ordenar la eliminación de todo lo que moleste o estorbe. Un «mal retoño» puede referirse a un mal hijo, o un hijo que equivocó el camino, de ahí la necesidad de atrofiarlo para que no continúe por esa senda. Se puede asociar al siguiente acto de habla: «Si la autoridad, serena, firme y con criterio social implica una masacre es porque del otro lado hay violencia y terror más que protesta».

En cuanto a «proceda, doctor Cadena», dicho acto de habla sugiere que Uribe está autorizando, validando y legitimando al autodenominado aboganster a hacer las diligencias en las cárceles, esto es, persuadir a los testigos en contra de Uribe, para que cambiaran sus versiones. Igualmente, el término proceda se puede asociar a la idea u objetivo de hacer lo que tenga que hacer, pero con diligencia. Antecede a la autorización el poder político de Uribe Vélez y por supuesto, la complacencia de Cadena de servirle a un expresidente, así ello tenga comprometida su libertad e imagen como abogado.

Más allá de la referencia a la filosofía del lenguaje y al análisis discursivo (sistémicos) de los actos de habla del gran imputado, lo que sí queda claro es que a través del lenguaje y de los usos particulares de la lengua, nos desnudamos ante el mundo. Para el caso que nos ocupa en esta columna, ya el país sabe quién es Álvaro Uribe Vélez. Y no se necesita del fallo de una jueza de la República para señalar que la exposición histórica de sus partes pudendas, a causa o en razón de sus actos de habla, dejan muchas dudas sobre su probidad y decencia.

 

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