No debemos olvidar a quienes padecen de Alzheimer

Muchos desconocen el proceso neurodegenerativo que sufren las personas con Alzheimer, enfatizando que al hablarse de ese trastorno se afectan las funciones más importantes del ser humano y no es solo la pérdida de la memoria, como muchos cruelmente asocian con chistes sobre la presencia del «alemán».

No debemos olvidar a quienes padecen de Alzheimer

Autor:

John García Fitzgerald

 

El 21 de septiembre se conmemoró el Día Internacional del Alzheimer, en esta oportunidad la rememoración adquiere un carácter de mayor relevancia, teniendo en cuenta la extensa cuarentena por la pandemia del covid-19, al confinar a los pacientes con los diferentes tipos de demencia y a sus cuidadores, desconociendo su vulnerabilidad y descuidando por completo la salud mental, que deterioró mucho más a este tipo de pacientes.


Respecto a la cura para el Alzheimer, son muchas las noticias esperanzadoras de nuevos tratamientos, que al detallar en qué fase se encuentran, se anuncia que están en la experimentación con ratones, y como dice el Dr. Lopera, científico colombiano, estudioso de esta enfermedad «los humanos somos malos ratones», así aterrizamos y de barrigazo a la realidad, por ahora el único «tratamiento» que se sigue teniendo para asumir y enfrentar la enfermedad de Alzheimer es ¡el amor!


Muchos desconocen el proceso neurodegenerativo que sufren las personas con Alzheimer, enfatizando que al hablarse de ese trastorno se afectan las funciones más importantes del ser humano y no es solo la pérdida de la memoria, como muchos cruelmente asocian con chistes sobre la presencia del «alemán». Quienes la padecen vuelven a ser niños, mientras los infantes dejan el pañal, aprenden a hablar, a caminar, a ser independientes, memorizan rutinas y funciones, los enfermos de Alzheimer «desaprenden». No solo olvidan el nombre de sus seres queridos, no se ubican en tiempo ni espacio, al punto que no tienen ni idea en qué año o siglo están, pierden el control de los esfínteres y todo lo que ello conlleva, carecen de autonomía para las funciones más básicas e íntimas del ser humano, como es un correcto aseo después de hacer necesidades fisiológicas. Hay que asistirlos, bañarlos, no solo por minimizar el alto riesgo de caídas, se les olvida usar champú, quitarse el jabón del cuerpo, usar una toalla, cepillar sus dientes o sus prótesis tan comunes en los adultos mayores. Se les debe ayudar a vestir, olvidan muchas palabras, al punto que cuando quieren expresar alguna frase o deseo, al igual que un infante, señalan, con su dedo.

En etapas avanzadas, a los enfermos de Alzheimer se les dificulta la ingesta o deglución de los alimentos, siendo necesario «cucharear» y ofrecer cada sorbo, cada bocado por un ser querido, aunque no lo recuerde, el gesto más sublime del ser humano «la sonrisa», puede desaparecer. El deterioro cognitivo es tal, que no se reconocen así mismos en fotografías y ni siquiera en el espejo y no menos triste y doloroso llegaría el día que se les olvida caminar y caer de bruces, hasta llegar a olvidar tragar y terminar como sucede en algunos casos; quedar postrados totalmente, con la mente en blanco, una mirada fija y perdida, donde la persona está, ¡pero no es!

La descripción anterior de algunas etapas y estragos del Alzheimer son crudos, pero reales. Un deterioro cognitivo y doloroso proceso que muchos desconocen y que vale la pena que sepan cómo es, para respetar al enfermo y a sus cuidadores, entender que hacer chistes sobre esta enfermedad, es como burlarse de la calvicie de quien afronta un cáncer, el temblor de un paciente con Parkinson, o cualquier otra condición de salud o vida.


El 21 de septiembre es el Día Internacional del Alzheimer, pero debe ser siempre, para recordar a los enfermos de esta penosa enfermedad y otras demencias, y desde luego, para no olvidarse de esos ángeles cuidadores, tan ignorados, subvalorados y olvidados por quienes sí tienen memoria, incluso por los sistemas de salud y la misma familia. 

 

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