Cuando los que son discriminados en los colegios son los profes

¿Por qué un docente que quiere enseñar se tiene que devolver al clóset? 

Cuando los que son discriminados en los colegios son los profes

Autor:

Ían Schnaida

 

La discriminación también se siente en la sala de profes. Recopilamos algunas historias de un grupo de docentes LGBTI de la ciudad de Bogotá que ha sufrido diferentes escenarios de discriminación, acá les compartimos solo pequeñas frases de sus relatos para ilustrar las situaciones a las que se ven expuestos los docentes en momentos donde esta problemática se cree, para muchos, superada. 

Algunos docentes diversos con quienes tenemos contacto, a pesar de haber sufrido violencias de diversa índole, nos pidieron que no diéramos a conocer sus casos porque sienten temor de ser revictimizados o porque están aún en el clóset y no quieren que nadie sepa de su identidad u orientación sexual, pues temen perder su empleo, ser violentados o que los expongan con sus familias en contra de su voluntad. En otros casos han normalizado y naturalizado las violencias que las minimizan y dicen cosas como es «no es tan grave», «eso es así y no va a cambiar», «denunciar no sirve de nada» y otros afirman nunca haber sufrido ningún tipo de discriminación. 

  • «Mono triplehij******, se larga del colegio o lo chuzo». En el año 2022, recibí múltiples amenazas de muerte por parte de padres de familia por ser gay. Era perseguido, hostigado e insultado en público por mi condición sexual. La rectora minimizó siempre mis denuncias. Me revictimizó y me humilló. Ella misma me hizo comentarios homofóbicos como que «ella si era mujer», solo porque me tinturé el cabello. 


  • Una compañera de trabajo en mi colegio, en un momento en que rotábamos en primaria, dijo en mi salón que: «diosito no quería a las mujeres que se enamoraban de otras mujeres». 


  • En el 2018, en un colegio católico, finalizaron mi contrato al terminar el año, sin mayor razón. En el 2020 intenté ingresar a otra sede del mismo colegio; pasé todos los filtros, pero no me contrataron, ya que en la otra sede no lo recomendaron porque era un «poquito amanerado», tenía rasgos homosexuales y era conflictivo, pues tuve encuentros incómodos en los que me exigían hablar más masculino y controlar el movimiento de las manos cuando me dirigiera a los estudiantes.


  • Trabajé como docente de apoyo en un colegio de Bogotá en 2022 y un día fui abordada por una profesora, quien me dijo que tuviera mucho cuidado porque algunos padres de familia iban a recoger firmas para pedirle a la rectora que me sacara por ser lesbiana y estar dando talleres de género para supuestamente convertir a las niñas en lesbianas. 


  • Dicto educación física hace 5 años en un colegio público. Desde que llegué he sido rechazadao y ridiculizado, según ellos, por ser demasiado afeminado y marica, lo cual ha generado cuadros severos de depresión, ansiedad e intentos de suicidio. Algunos profesores de primaria decían que no podía trabajar con niños pequeños porque ellos se contaminaban o los volvía gais.


  • En el 2022 me dejaron un anónimo en mi locker de la sala de profesores (otro profesor) donde me decían que mi forma de amar no es la adecuada, que debo cambiar y buscar a Dios. Pasaron varios meses y no se hizo nada. Con las Secretaría de Educación y la de Integración se hizo una mesa técnica con la rectora para promover el respeto a la diversidad y luchar contra las violencias de género y de odio a la diversidad; pero aún no se cumple.

 

  • Al reconocerme frente a la sociedad como una persona no binaria, empecé a exigir con vehemencia el respeto a mi identidad de género; generando una situación incomoda al recordarle al rector que mi pronombre es elle, y deseo ser nombrade desde el lenguaje incluyente; pero él todo el tiempo me recordaba que yo tenía que ser nombrade como masculino, al igual que otras directivas que durante todo el año vulneraron mi identidad de género. Solo algunes compañeres y estudiantes usaban el pronombre elle.

 

Es importante recordar que desde 1979 hasta 1998 el Articulo 46, inciso b, el Estatuto docente 2277 tipificaba como falta de mala conducta la homosexualidad y podía llevar a la destitución, expulsión del escalafón y inhabilidad de por vida para ejercer la docencia en cargos públicos y privados; y si bien esto se modificó, las historias de discriminación siguen presentes en los colegios. 

La mayoría de los docentes en estos casos sufren de constantes episodios de depresión y ansiedad. Algunos se han visto obligados a retirarse de la labor docente por la falta de acompañamiento y protección. ¿Por qué un docente que quiere enseñar se tiene que devolver al clóset? 

 

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