Eje cafetero: la visión ambiental desde los territorios (II)

Mientras relataba su historia mirando al horizonte sus decenas de hectáreas en donde tiene búfalos y una hermosa casa campestre, comentó: «mi hijo fue parte fundamental de este proceso, él también es arquitecto y uno se queda aterrado de la mentalidad de esta juventud con ganas de cambio. Lo acabamos de ver en las elecciones que acaban de pasar, un cambio grande para Colombia; ojalá para bien»

Eje cafetero: la visión ambiental desde los territorios (II)

Columnista:

César Augusto Guapacha Ospina

 

Mientras observaba el atardecer entre los surcos de las montañas del Quindío, Luis Alfonso Escobar se disponía a relatar una historia más que interesante acerca de su vivencia en el campo. Él, un arquitecto que trabajó toda su vida en el sector de la construcción, decía mientras acomodaba su corto sombrero negro: «a mí me estorbaban las guaduas cuando construía, las veía como algo que debía tumbar», señalando un guadual próximo a la casa en la cual nos encontrábamos. «Ahora me ofende que toquen uno».

Escobar recuerda bien cómo empezó todo. «Juliana llegó un día con un proyecto de conectar el río Quindío y el río Verde, dizque para que las especies pudieran pasar libremente de río a río, hacer un corredor natural de especies y a mí me pareció interesante empezar a entender esos conceptos ambientales», recalca aquel hombre que en un principio no le sonó mucho la idea… No obstante, algo pareció despertar su curiosidad y decidió donar 10 hectáreas de sus terrenos para aportar al proyecto de corredores verdes impulsado desde el Jardín Botánico del Quindío y otros actores del sector ambiental del departamento.

Mientras relataba su historia mirando al horizonte sus decenas de hectáreas en donde tiene búfalos y una hermosa casa campestre, comentó: «mi hijo fue parte fundamental de este proceso, él también es arquitecto y uno se queda aterrado de la mentalidad de esta juventud con ganas de cambio. Lo acabamos de ver en las elecciones que acaban de pasar, un cambio grande para Colombia; ojalá para bien». Sin mencionar sus inclinaciones políticas, dejó entrever que ha cambiado lentamente su mentalidad hacia una más sintonizada con esas nuevas generaciones y sus preocupaciones como lo son la crisis climática.

En años pasados, Luis Alfonso dedicó sus tierras al monocultivo de la piña, pero se dio cuenta de las consecuencias de tener un cultivo tan agresivo, «tener piña fue lo peor que pude hacer con mis tierras. Este cultivo demanda muchos insumos químicos para producir y eso se traduce en la calidad del producto que las personas están comiendo. De igual forma, el suelo se vio muy perjudicado porque no volvió a crecer absolutamente nada, ni siquiera se acercaban las aves. Para mí fue un dolor de cabeza con el tiempo, hasta que cambié la piña por ganadería regenerativa», expresa, Luis Alfonso, antes de explicar por qué es feliz ahora que ha cambiado de actividad en sus tierras. 

«Al principio, yo pasaba por los potreros después de empezar con la ganadería, que en ese momento no era regenerativa. Después de aplicar Ivermectina en los bovinos para tratar sus problemas gastrointestinales y contra las garrapatas, las heces del ganado eran completamente ajenas a insectos e incluso provocaba unos potreros sin pasto». Alguien le recomendó no seguir usando ese producto en el ganado y dejó de hacerlo. Todos los días él caminaba entre los potreros buscando escarabajos mierderos y nunca veía alguno. Un día, después de dejar de usar el fármaco, estaba caminando cuando levantó un pedazo de cagajón y vio el primer cucarrón mierdero en mucho tiempo. «Fue una alegría inmensa para mi ver que los insectos podían volver y seguir con sus dinámicas». 

Ya en el ocaso de la tarde, cuando el reloj marcaba casi las 7 pm y mientras se despedía de todos nosotros, don Luis dejó una frase que remató aquella poderosa tarde entre conversas: «yo quiero que estas tierras sean como laboratorios para la gente, que acá vengan estudiantes de universidad y los colegios para aprender. Las puertas siempre estarán abiertas». Esa despedida de alguien que cambió su cosmovisión para ayudar mientras puede a paliar los efectos del cambio climático, fue de los momentos más impactantes en el recorrido para construir estas historias.

 

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