El reencauche de Duque y su “gran alianza nacional”

Considero que la estrategia para hacerle frente al petrismo en 2026 no se encuentra en volver al pasado, y precisamente, eso es lo que representa Duque: un pasado sombrío y siniestro. El pasado encarnado en el peor presidente de la historia reciente. Se la pondrían muy fácil a la izquierda para desempolvar el lastre de “Duque II”. ¿Quién quisiera cargar con semejante despropósito?

 

El reencauche de Duque y su “gran alianza nacional”

Columnista 

Fredy Chaverra 

 

El expresidente Iván Duque le siguió el juego a Petro -un presidente en campaña permanente- y le pidió a sus aliados de la derecha que salieran al ruedo con urgencia, ya que, se necesita concertar una estrategia de unidad que permita consolidar una candidatura sólida y así hacerle frente a la “catástrofe” en el 2026.

Curioso que quien lo proponga sea Duque, un expresidente impopular y sin mayor legado; es más, su pésima gestión le dio a la izquierda los bríos para organizarse y crecer. Porque Duque no solo fungió como un excelente jefe de debate para Petro a lo largo de cuatro años, sino que en las presidenciales de 2022 enterró a la derecha tradicional en un merecido tercer lugar.

Aunque en honor a la verdad, ese fue el Duque presidente, pues el Duque candidato, el que creció como espuma al cierre del gobierno Santos, sí se posicionó como resultado de una estrategia de unidad que a principios de 2018 cosechó dos hitos importantes en las toldas de la derecha; primero, picar en punta con una consulta interpartidista que acomodó en la misma orilla a la derecha tradicional, la extrema derecha y a cierta porción del centro; y segundo, la entrada a segunda vuelta -tras el hundimiento del centro- con una diferencia considerable frente a la izquierda.

De ahí que el Duque presidente, convencido de que contaba con la capacidad política para entregarle el poder a un heredero, se haya movido desde la Casa de Nariño para replicar la estrategia de unidad en lo que inicialmente se denominó como una “alianza nacional republicana”, pero su margen de maniobra resultó siendo limitado, no solo porque ningún candidato quería cargar con el lastre de su gestión e impopularidad, sino porque su partido, el Centro Democrático, se convirtió en kryptonita para la derecha. Por ejemplo, el mote de continuista y “Duque II” fue algo que Federico Gutiérrez nunca se pudo quitar de encima.

Ahora, el Duque expresidente vuelve a insistir en una “gran alianza nacional”, seguro considera que es la única forma de hacerle frente a una izquierda debilitada que en el ejerció del gobierno se ha estrellado con una creciente impopularidad y con un prematuro desgaste. Un escenario desfavorable a la continuidad que el mismo Duque conoce y que bien sabe podría favorecer a una corriente de oposición organizada. La receta es la misma del 2018: organizar a la derecha, la extrema derecha y a una porción del centro en una consulta que posicione una candidatura en primera vuelta y le otorgue pase directo a la segunda.

Pero flaco favor le hace a la derecha que la propuesta llegue del lado de Duque, un expresidente impresentable y todavía matriculado en un partido tan desgastado como hundido en escándalos de corrupción. Considero que la estrategia para hacerle frente al petrismo en 2026 no se encuentra en volver al pasado, y precisamente, eso es lo que representa Duque, un pasado sombrío y siniestro. El pasado encarnado en el peor presidente de la historia reciente. Se la pondrían muy fácil a la izquierda para desempolvar el lastre de “Duque II”. ¿Quién quisiera cargar con semejante despropósito?

Lo cierto es que la campaña ya está sobre ruedas y son varios los “asustados”. El 2026 pinta que será un todo por el todo.

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