Isabel Zuleta y su sueño de un “presidente eterno”
Palabras más, palabras menos: hablar de reelección en estos momentos de crisis sucesivas resulta absurdo, inconveniente y muy inapropiado.
Fredy Chaverra
Columnista
Desde algunos sectores del Pacto Histórico se viene ambientando una propuesta reeleccionista de cara al 2026. Para sus pocos defensores -porque la propuesta resulta tan descabellada que el grueso del gobierno le ha sacado el cuerpo-, el presidente requiere de otros periodos para “hacer los cambios” e interpretar el clamor popular. Algo realmente absurdo. La vocera de semejante despropósito es Isabel Zuleta, la senadora que llegó al Capitolio como resultado de una estratégica ubicación en una lista cerrada y que no ha sabido diferenciar entre su antiguo rol de activista con su labor de congresista.
Proponer una reelección solo evidencia la dimensión caudillista del Pacto Histórico y lo relega a la condición de proyecto político de corto alcance que empieza y termina en la figura Petro. Ni más, ni menos. Aunque lo más grave es que pone de manifiesto que algunos sectores de la izquierda no tienen confianza en las eventuales fichas de sucesión en las huestes del progresismo, y que antes por el contrario, consideran que si no es con Petro en el tarjetón -reeditando el “vota Petro, vota Pacto”- el proyecto no tiene asegurada su continuidad.
Es la lógica antidemocrática y asfixiante del presidente eterno.
Pero considero que la senadora Zuleta debería ser más práctica y sacar su propuesta del campo de la consigna callejera; es decir, desde ya resulta necesario que transite los pasos que fijan la Constitución y la ley para volver a resucitar la reelección. Porque el camino es largo y no se resolverá con una efímera discusión en X, pues deberá pasar por una serie de filtros institucionales -desde el Congreso a la Corte Constitucional- y terminar en la convocatoria de una asamblea nacional constituyente que habilite al “pueblo” a decidir si quiere entronizar a un presidente eterno (volviendo al pasado).
Creo que muy pocas personas se toman con seriedad semejante disparate, que, por un lado, refleja un excesivo culto al caudillismo, y por el otro, pone en entredicho la fortaleza de los candidatos del progresismo -entre los cuales no se cuenta con la senadora Zuleta porque se duda de su capacidad electoral -. Palabras más, palabras menos: hablar de reelección en estos momentos de crisis sucesivas resulta absurdo, inconveniente y muy inapropiado. Solo es un globo distractor para que la derecha mediática haga sus delicias y siga insistiendo en lo que el mismo Petro se ha empeñado en desmentir.
Lo cierto es que el Pacto Histórico no cuenta con el capital social y político suficiente para impulsar una propuesta de esa magnitud. Porque a la creciente impopularidad del gobierno se suman, en términos generales, el futuro del Pacto Histórico como coalición (para lo cual se depende de una reforma que permita fusionar las personerías jurídicas), y en términos particulares, la continuidad en el Congreso de figuras como Zuleta, una activista sin experiencia electoral que llegó al Senado en 2022 debido a su estratégica ubicación en una lista cerrada y de quien dudo le alcance para llegar en una lista abierta.
Porque si a la senadora tanto le preocupa la continuidad del gobierno de cara al 2026, pues que se lance como candidata presidencial y se mida en las urnas con nombre propio. No bajo una lista cerrada que fácilmente le asegure una curul sin siquiera haber hecho un día de campaña. ¿Se le mide?