La situación de Polombia

El periodista Vélez vive en el mismo país en que lo hace el presidente Iván Duque y el pequeño grupo de privilegiados de su entorno: Polombia.

La situación de Polombia

Columnista: Hernando Bonilla Gómez

  Iniciando el año, encontré una columna de opinión en el diario El Espectador titulada: “En Colombia estamos mejor que nunca, pero no nos damos cuenta”, escrita por el periodista Luis Carlos Vélez. Según el columnista, estamos en la mejor época histórica de la nación. Afirma que mirando fríamente los indicadores básicos, no cuesta darse cuenta de que hoy es más fácil y mejor vivir en Colombia de lo que era hace tan solo dos o tres décadas. No sé, pero me parece que el artículo se refiere a una nación distinta a la colombiana. Creo que en él se describe la situación actual de Polombia. Sí, no se rían, Polombia, con P mayúscula. Ese país fantástico e ideal de economía naranja, de siete enanitos y unicornios en el que, a diferencia de lo que pasa en Colombia, no existen atentados ni matan líderes sociales.
Polombia es esa nación perfecta en donde el Estado hace presencia en todos los rincones del territorio, garantizando los derechos humanos a todas las personas y, en general, el bienestar de la población.
En el corregimiento de Pogue del municipio Bojayá, departamento de Chocó, República de Polombia, según las autoridades, la situación es de absoluta tranquilidad y la fuerza pública tiene todo el control de la zona y sus alrededores. En el mismo corregimiento, pero de la Republica de Colombia, 7000 personas fueron confinadas o sitiadas por presión de los grupos armados, todo como consecuencia de la falta de implementación oportuna de un acuerdo de paz. En Polombia, contrario a lo que sucede en Colombia, el Estado garantiza la vida e integridad personal de los exintegrantes de una guerrilla que suscribió un acuerdo de paz con el Estado, después de más de 50 años de guerra. No se conoce del resurgimiento de ejecuciones extrajudiciales (falsos positivos), y mucho menos del aumento de la corrupción o la falta de gobernabilidad. En Colombia se acepta la renuncia del gerente de Radio Televisión Nacional de Colombia (RTVC), en medio de una gran polémica por la censura a un programa y a su presentador, pero un tiempo después se le vincula (parece más bien un premio) como asesor al Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, con un contrato millonario. En Polombia, no se tiene noticia de hecho similar. En Colombia se descubre que el alto consejero para la Transformación Digital, según última columna de Yohir Akerman en El Espectador, participó en una reunión en la que el moderador fue el personaje al que nos referimos atrás (exgerente de RTVC). Dicho encuentro tenía por objeto mover campañas oscuras para desprestigiar medios de comunicación y periodistas independientes, situación que provoca su renuncia al cargo, pero luego es designado (premiado) como miembro del Consejo Superior de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, conociéndose además la inminente  intención de volverlo a nombrar en el empleo del que renunció por el escándalo. En Polombia muy seguramente sucesos de ese tipo no tienen lugar. En fin, en Polombia no existe desigualdad, mientras que Colombia es el segundo país más desigual de América Latina. Se dice entonces que las protestas en Polombia no encuentran ninguna justificación: la gente marcha sin razón, mientras que en Colombia se encuentran plenamente justificadas. Por todas estas y muchas otras razones, es evidente que el periodista Vélez vive en el mismo país en que lo hace el presidente Iván Duque y el pequeño grupo de privilegiados de su entorno: Polombia. Una nación que vive su mejor época histórica y donde la gente está mejor que nunca, pero no se da cuenta. ¡Un paraíso lleno de personas que no comprenden la realidad!   Fotografía cortesía de La FM.

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  • Muy buena columna, me da risa y admiración en como hacer una mala pronunciación del presidente, puede crear una metáfora perfecta para describir la situación actual de nuestro país y como ciertos personajes no se dan por entendidos de que es lo que sucede fuera de sus oficinas de cristal, pero con cortinas de mentiras. - Nicolás Amezquita